CUENTOS, LEYENDAS, POEMAS...
DE COMETAS Y VIENTOS.

viernes, 2 de julio de 2010

COMETAS EN EL CIELO DE CASABLANCA




Érase una vez, en un tiempo
tan cercano que podía estar
sucediendo hoy mismo. Que había
un lugar en el cielo habitado por
cometas de todos los colores; había
cometas rojas, azules, verdes y
amarillas, había cometas de todos
los colores del arco iris y de muchos
colores más.


Dicho así podría parecernos
un lugar muy divertido, pero
tristemente no lo era. Cada cometa
era de un solo color y solamente
volaba rodeadas de las suyas.
Ciertamente en el cielo no hay
vallas, ni muros, ninguna cometa
amarilla salía de la parcela
reservada a las cometas amarillas,
ni ninguna cometa azul se atrevía e
irrumpir en la zona destinadas a las
cometas rojas.
Con el paso del tiempo las                                    
cometas habían adquirido
costumbres de vuelo, pero como
sólo se relacionaban con las de su
mismo color había sucedido un
fenómeno muy curioso, y así,
ocurría, que todas las cometas de
un mismo color volaban de la misma
forma: las cometas azules en
horizontal, de norte a sur, las verdes
en diagonal, arriba y abajo,
formando uves; las blancas,
ciertamente las más sosas de todas,
se limitaban a quedarse
suspendidas con un ligero balanceo
producido por el viento; las rosas
eran mucho más atrevidas volaban
en espirar arriba y abajo, pero de
tanto dar vueltas acababan
mareadas.                                        
                                                                    
En el fondo todas las
cometas se aburrían de hacer
siempre los mismos movimientos, y
algunas, en secreto admiraban los
vuelos de las cometas de otros
colores. Pero si se oía algún
comentario al respecto, casi
siempre de boca de algún joven
irresponsable, no tardaban de oírse
con voz atronadora:
“Siempre ha sido así y siempre lo
será”
Las cometas negras, que
volaban trazando círculos sobre su
propio eje, comentaban entre sí:
“Mira esas cometas rosas que
alocadas e irresponsables trazando
espirales arriba y abajo; nosotras
somos mucho más serias”; mientras
que las naranjas, que volaban arriba
y abajo cabeceando a los lados
decían: “mira esas cometas
blancas, si apenas se mueven, que
aburrimiento, nosotras somos
mucho más divertidas.”


Un día, estaban las cometas
cada una en su parcela moviéndose
al compás con las de su mismo
color cuando, de pronto un viento
tan fuerte como no recordaban los
más viejos del lugar empezó a
soplar en todas direcciones. Al
principio, las cometas se agarraron
fuertes a sus hermanas, las azules
con las azules, las marrones entre
si… Pero el viento, lejos de
amainar, arreciaba y las cometas
acabaron soltándose y volando
todas juntas en un torbellino de
colores. ¡Qué miedo! pensaban;
¡estoy rodeada de cometas
diferentes! Y así, todas asustadas
volaban arriba y abajo, a derecha y
a izquierda en un rebotillo de color.
Entonces, el viento cesó de
soplar, las cometas aterradas
corrieron a reunirse con las suyas,
lo que dio lugar a algún que otro
encontronazo sin mayores
consecuencias. De repente se
escuchó un trueno enorme
y…aquello era el diluvio. La
tormenta estalló; llovía como nunca
y en pocos segundos las cometas
estuvieron empapadas. Volando en
todas direcciones, pero sin poder
escaparse de la lluvia las cometas
empezaron a desteñir, el agua que
resbalaba de una caían sobre las
demás, las cometas azules eran
salpicadas de gotazos amarillos, a
las cometas rojas les salieron pecas
azules, y verdes, y negras; en unos
segundos, como por arte de magia
todas las cometas eran mezclas de
colores. La lluvia había hecho
magia.
¿Queréis que hagamos todos
juntos la magia de la lluvia?
¡Que llueva que llueva!
¡Que se mojen las cometas!
¡Que caigan chaparrones!
¡Y se mezclen sus colores!
Cuando dejó de llover, y tras
unos primeros instantes de
aturdimiento se miraron. Ya no
podían volver con las suyas pues,
¿cuál eran ahora las suyas?
Todas eran diferentes y todas
eran preciosas. El miedo
desapareció, pues ¿qué sentido
tenía si todas tenían mezclas de
colores?

Las parcelas de color habían
desaparecido, podían volar todas
juntas. Pero había algo más ahora
podían volar en todas direcciones y
haciendo cualquier baile que se les
pasara por la cabeza, haciendo
giros, saltos y bamboleos. Ahora ser
cometa si que era divertido.


Aurora Jiménez


2 comentarios:

  1. ¡Gracias ,Ana!
    Tambien desde Valencia..¡Felices y merecidas vacaciones!
    Un abrazo
    Carmen

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  2. Hermoso, de verdad hermoso encontrarse uno con cosas como éstas que nos has aquí regalado. GRACIAS!!!

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