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DE COMETAS Y VIENTOS.

jueves, 26 de agosto de 2010

En los cielos de Chile




Según algunos historiadores, sus primeras apariciones en Chile fueron a fines del siglo XVII durante la colonia, cuando jóvenes sacerdotes misioneros, principalmente monjes benedictinos, competían entre ellos como con otras congregaciones. Era esa la época en que reinaban los famosos "pavos", llamados también "jotes", que alcanzaban dimensiones de cuatro a cinco metros por lado y que necesariamente debían ser sujetados por varios hombres. Se afirma que don Ambrosio OHiggins fue un cultor destacado de este juego, lo que indiscutiblemente ayudó a ampliar su difusión.
Pero al mismo tiempo esta afición causaba muchos alborotos y debido a las reyertas que producían en su ejecución, fueron dictados mandos que normaron el juego. Tal es el caso del bando dictado por el gobernador don Luis Muñoz de Guzmán, en 1796, que ordenaba que no se podían encumbrar volantines "dentro de la traza general de la ciudad", pudiendo hacerse, sin embargo, en cañadas y orillas del río donde la espaciosidad permite el libre uso, sin el menor riesgo de esta diversión. Los volantines provocaban daños en las techumbres de las viviendas. Esta medida se tomó debido a los accidentes y heridas que sufrían los transeúntes cuando un volantín echaba abajo una teja.
Se dice que en los predios de la cañada alta, a menudo encumbrando volantines los presidentes, desde Manuel Bulnes a José Manuel Balmaceda, quienes participaron inaugurando los concursos de volantines.

Este juego tradicional chileno incluso se transformó en motivo de apuestas y peleas. Era una pasión popular que encantaba a toda la sociedad.

Famosos eran los "chupetes", volantines sin cola. En escala menor estaban la "ñecla", "la cucurucha", el "chonchón" y la "cambucha" que eran o siguen siendo los hijos pobres del volantín.

A través del tiempo el interés por los volantines ha disminuido, en relación con los cientos de cultores que tenia en el pasado. Pero aun así logra mantener su especial y tradicional encanto.
Existe una gran variedad de volantines, de todas formas y colores. Los hay en forma de circulo, como figura humana, estrellas, peras, figuras de aves o de animales, etc. Todos ellos corresponden a los llamados volantines algunos de los cuales son pequeñas obras de arte, llegando incluso sus autores a montar exposiciones en donde lucen sus creaciones más elaboradas.

Además de estas formas existen otras más populares, como la ñecla cuyas dimensiones son muy menores a las del volantín común. También está la cambucha, que es confeccionada con cualquier papel, incluso de diario, dándole forma de cucurucho. Esta no lleva armazón de madera, pero si los tirantes y una cola. Los materiales usados para la fabricación de volantín son variados.

El volantín se hace con papel de seda muy delgado, de colores variados y hermosos. Los volantineros más entendidos señalan que el papel nacional es un poco más grueso y, por lo tanto, más resistente, aunque el importado, por ser más delgado, remonta mejor con el viento, por poco que éste sea. Pero los más tradicionales son las varillas de coligüe (que forman un arco) y el papel seda o volantín. Luego están los tirantes compuestos por los hilos y la cola, que es una tira larga o corta que provoca efectos en el aire.
  • "Volantín cortado no tiene dueño" 

    Dentro de la competencia existe la "comisión" que consiste en mandar cortado el volantín del contrincante. Esto se consigue con el roce o fricción de los hilos. Finalmente el volantín libre es perseguido por niños y adultos. Quien lo atrapa se adjudica el cometa.

    Este tipo de competencia tiene muchos adeptos y para lograr mayor éxito se inventó el peligroso "hilo curado", que consiste en una mezcla de cola y vidrio molido, método que provoca graves heridas cortantes en niños y adultos.

    Para enrollar el hilo se utiliza el carrete, llamado antiguamente como "roldana". Para facilitar el envolver y desenvolver se utiliza un palo o caña. Algunos carretes tienen incorporado un palo que ayuda a este fin. 

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